La lluvia hoy parece una o varias metáforas que ponen en contexto todo el proceso que estoy viviendo. Inesperadamente estoy todo mojado de emociones que no puedo contener, ni evitar, es una lluvia que simplemente no se detiene, al mismo tiempo es como si estuviera viviendo un proceso de duelo donde la lluvia literalmente está lavando los problemas y las emociones que ya no pueden estar en mi vida.

Lo más difícil es cortar de raíz con las personas que sigues queriendo, simplemente porque ya no da más, pero supongo que hay que hacerlo -y esto no lo estoy diciendo convencido, pero creo que me haría sentir mejor-, lo terrible de todo es estar viviendo la experiencia de tu vida y querer compartirlo con esta persona y el hecho de no poder hacerlo hace que todo se sienta agridulce.

Por suerte Buenos Aires es una ciudad increíble y si te permites perderte en ella, te puede mostrar cosas que seguramente luego cuando las estés buscando no las vas a conseguir, mientras disfrutar de lo que traiga el día y la noche, abrirse a un montón de nuevas experiencias y aunque duela bastante cortar, cerrar y avanzar.

Una cosa curiosa que estoy intentando hacer también, es revisar el pronóstico del tiempo, lo olvido. Como hoy, que me olvidé de revisar y bueno terminé yendo mojado al trabajo, pero no podemos dejar que la lluvia nos moje los sueños.

Las mejores historias comienzan con el protagonista huyendo, con un misterio que poco a poco se va revelando, a veces es una historia de un amor imposible o la historia de un amor posible que se convirtió en todo lo que nunca quisiste que fuera.

Yo no sé cómo comienza esta historia, me encuentro un mes después viviendo en otro país, intentando ser feliz, buscando la forma de continuar, de perseguir los sueños que siempre he querido... En este momento me doy cuenta que muchas cosas que funcionaban en Venezuela, hoy no tienen sentido.

Hoy me encuentro en un punto donde cualquier cosa puede suceder, nunca imaginé al montarme en el avión que todas las cosas que dejé inconclusas en Venezuela un mes después han terminado con un punto y final, (no me gustan los puntos finales).

(no dejo de sentir que estoy viviendo un despecho que no se pasa).

Estoy comenzando a creer que hay personas que viven con el corazón roto toda su vida, no me gusta el apego, le tengo miedo a la dependencia emocional. Hoy estoy debatiéndome seriamente sobre las cosas que debería sacar de mi vida definitivamente, un mes después aún me resisto a decir adiós.

(porque sabemos lo que significa decir adiós... Adiós es no verse más nunca, es vivir entre otras gentes, es reírse de otros chistes, es no volver atrás -no sé si estoy preparado-).

Quisiera tener el valor para llamar a cada una de las personas a las que les quería decir algo y hacerlo, la vida se acaba pero me he dado cuenta que las palabras no tienen fecha de caducidad. Hoy siento que emocionalmente hay algo en mi pecho que amenaza con tragarme.

No he podido organizar mis ideas, soy un cúmulo de emociones muy extrañas y diferentes, por un lado estoy muy feliz por todas las cosas buenas que me han pasado desde que llegué, sumado a lo increíble y mágica que es Buenos Aires y por el otro este despecho, el ir rompiendo relaciones y parece que nunca va a terminar, reprocharme por hacer/no hacer ciertas cosas por decir/no decir otras, por huir/quedarme, por esperar un "quédate conmigo" que nunca sucedió.